¿REFORMISMO O RUPTURA? I
(La inviabilidad de la opción
reformista)
“Llegado un
momento crítico, si no te anticipas a los acontecimientos éstos te
desbordarán”.
La
continuidad de la dictadura en un régimen de “libertades” fue
posible no tanto por su propia descomposición o por el acoso de
movimientos sociales de clase, o por aquellos llamados de “liberación”,
protagonizados por organizaciones “revolucionarias armadas" situadas a la
vanguardia del proletariado o del nacionalismo periférico, sino por
la simple vinculación de su mantenimiento como tal a la figura del
propio dictador. De hecho, hasta su defunción, no fue posible iniciar
las maniobras fácticas que a través de “la transición”
desembocaran en el actual estatus político. Hoy, con la perspectiva
que da el tiempo, se comprueba lo que pocos intuyeron en aquél
momento: que se estaba dando un paso en falso con aquella operación
de maquillaje consensuada para una restauración monárquica, en
connivencia con la oligarquía económica y financiera del país y la
adhesión casi incondicional de una oposición política, que tras la
represión interna propiciada por el mismo régimen y durante 30 años
en el exilio, había templado sobradamente sus estrategias, ya no para
conquistar el poder y transformar la realidad sino para compartir las
dádivas que su ejercicio en esta nueva coyuntura representaba.
De
una inicial posición rupturista de los principales partidos de
izquierda articulada a través de su propuesta de “ruptura democrática”,
que fue empleada durante los primeros años 70´ como aglutinante de
dichas fuerzas ante la inevitable defunción del dictador, se
pasó una vez fallecido éste a la “confluencia democrática”, integrándose en ella la mayoría de fuerzas políticas tanto de derecha como
de izquierda, hacia una posición reformista capaz de consensuar el
nuevo régimen “de libertades” que “disfrutamos”.
Ya
se expuso, en nuestra anterior entrega, la cronología de hitos que
marcaron este periodo de nuestra historia reciente. Ahora queda
describir someramente que opciones se pueden plantear en el momento
en el que nos encontramos, de grave crisis económica, social y
política. Empezaremos con la opción de reformismo interno.
Desde
una posición reformista, la
monarquía y los partidos políticos que la conforman tienen una
opción fácil de vislumbrar pero imposible de realizar por la
inercia que imponen su lacónico inmovilismo y los propios intereses en el ejercicio del poder. De hecho la
primera insinuación al respecto, la necesaria abdicación del rey
en favor de su hijo Felipe, realizada por el secretario del Partido
Socialista de Cataluña ha sido rápidamente despreciada y contestada
negativamente por los dos partidos mayoritarios. Es ésta sin duda la
primera medida de calado a tomar, tanto por las circunstancias que rodean a la
propia casa real como por el papel que ésta debe de nuevo ejercer
como impulsora de una “transformación” política que perfeccione
el régimen del que vive. Pero esta medida, imprescindible, No puede
ser presentada aisladamente, como si con ella fuera suficiente para
mantener el actual estatus político-social, sino que debe realizarse
en el marco de otra operación más amplia de “confluencia democrática” constituyente como en los años 70, ál objeto de consensuar otra Constitución que de respuesta, no sólo a la realidad
de hoy sino estableciendo las bases normativas para otro modelo político y
económico de convivencia. A tal efecto tal medida debería producirse
acompañada en el tiempo con la formación de un nuevo gobierno de
Concentración, conformado por todos los partidos que hoy están en el
parlamento, para gobernar hacia una única confluencia de intereses:
sacar al país de la situación política, económica y social en la
que vive y establecer las condiciones de este nuevo contrato social.
Otra
posibilidad es que los dos partidos mayoritarios pudieran realizar
esta tarea en ese gobierno de concentración, pero previa catarsis
interna, en la que desaparecieran con antelación todas las figuras
señaladas, imputadas o no, por casos de corrupción en todo el
Estado, lo que daría credibilidad a la operación y quizá ayudara a
superar de una vez, si se realizara con éxito, el litigio fratricida
de las muchas Españas.
Próximos a ese
momento crítico y a la vista de lo que acontece, por el inmovilismo de
la propia monarquía, el enrocamiento de las posiciones políticas y
el apestoso estado de corrupción que afecta a todos los sectores
institucionales y sociales del país, esta aparente voluntad de
“reforma” institucional se debería mostrar como tal y para su supervivencia al
propio estatus político, pero en realidad para él constituye una
"ruptura". Una "ruptura" por su incapacidad siquiera de intentar
plantearsela, discutirla y en su caso acometerla.
6 comentarios:
En el marco de lo real el reformismo y la ruptura no son opciones, sino obligaciones. Para cambiar lo que hay el poder sólo puede reformar, el pueblo solo romper. Lo triste es que el poder cumple con su obligación mientras que el pueblo no alcanza a hacerlo
Hola Transido:
Poco se puede añadir a este blog y el anterior del 2/08/2013. La descripción es didáctica, la puede entender un niño. Respecto a la posibilidad reformista que planteas, me parece inviable. Me explico. Creo que se pactará de nuevo alguna "salida" de la crisis, que no será más que otra pantomima para ganar tiempo. Las estructuras sociales organizadas que han sido las protagonistas hegemónicas durante la etapa de la Transición hasta ahora, están agotadas, trufadas no sólo de corrupción sino de un idiotismo terminal. La izquierda hace mucho tiempo que abdicó no sólo de sus principios, sino que ha eliminado de su ser los anticuerpos que permiten limpiar el organismo de bacterias, virus, hongos y todo tipo de lacras que la corroen. Con esos actores, la película de la regeneración reformista no puede ser sino una bufonada petarda. ¿Queda alguien más por ahí? Pequeños grupos dispersos que han emergido de manera puntual en torno al 15-M, pero que no disponen de un nexo común más que la crítica (justificada) al sistema. Los mensajes que emiten son muy parciales, circunstanciales y en la mayoría de los casos epidérmicos. Y es que en España es difícil que emerjan pensamientos bien construidos, porque la derecha durante siglos, con la complacencia y el sometimiento de la izquierda cuando gobierna (a excepción de la corta primavera de la II República), se han encargado de hacer de los habitantes de celtiberia un pueblo aborregado e inculto. De hecho, considero que la mayor crítica que se le debe hacer a los gobiernos González (13 años si mal no recuerdo) es haber abdicado por completo de su responsabilidad histórica de sacar a la población española de la barbarie cultural a la que había estado sometida por el fascismo. Veremos que pasa.
Indudablemete los peones intervienen en la partida, UNKNOWN. En ese marco, de lo real, si no hay opción a la reforma o a la ruptura queda EL CAOS.
Hoy el poder No cumple con su obligación de "reforma" y efectivamente "el pueblo" tampo ejerce su poder para una ruptura... pero esa será otra reflexión, espero ...
Gracias por tu comentario.
Los anticuerpos... Debe de quedar alguno, en algún Partido de "izquierda" o Sindicato, incluso en algún cargo relevante, con cierta influencia, con peso en su opinión de cara a la Opnión Pública o incluso en la propia organización. Pero No en plan "espectáculo programado" como lo de Talegón, No hombre... algo realmente contundente a la altura de las circunstancias y del puesto. O como bien dices, ¿Ya no queda ningún anticuerpo?.
¡¡¡
La realidad es que la posición "extremista"del Secretario General del PSC, no es más que basura, es un intento de apuntalar la Monarquía, cuando la Monarquía está enseñando su verdadera cara de poder caduco, de casta privilegiada, de nulo servicio al país, y distintos calificativos mucho más fuertes que en este país está prohibido pronunciar. La tibieza de Rubalcaba en el debate sobre el Estado de la Nación, es la muestra palpable de hasta donde alcanza la corrupción. De la imposibilidad de levantar las alfombras de uno porque están cosidas a las del otro y debajo de todas hay basura. Rubalcaba no puede ser una alternativa de futuro, porque no le queda futuro, y Rajoy exactamente igual, y ahí siguen, apoyados por penosos barones sin futuro como Arenas o Griñán, solo tratan de mantener en pié un viejo caserón que tiene los cimientos podridos. La regeneración democrática se puede hacer si hay una sociedad que empuja detrás, que exige y que en las siguientes elecciones les echa del poder, pero como soy realista y sé que las elecciones las ganan quienes tienen los medios detrás, sólo se podrá hacer un cambio cuando las élites económicas y políticas del país se den cuenta de que es más beneficioso para ellas un país en progreso, que un país en retroceso, cuando dejen de pelearse por los pocos mendrugos que quedan y reparen el horno para hacer más pan, aunque para ello hayan de invertir en harina.
Violin danzante, discrepo desde "el reformismo" sobre tu crítica a lo apuntado por el secretario del PSC sobre la abdicación del monarca en su hijo, considerando además que se ha manifestado como republicano.
Creo que es, desde esa óptica reformista la primera opción a realizar, acompañada de lo que se explica en el artículo, con toda la ingenuidad con la que está escrito.
Por supuesto que esta caterva política que regenta el poder es incapaz de sacudirse la corrupción que les atenaza. De ahí la inviabilidad "reformista". Hay que estar a la altura de las circunstancias, y estos que las han creado no están en disposición de modificarlas.
Como ajuntadamente expones solo habrá un cambio "si hay una sociedad que empuja detrás, que exige y que en las siguientes elecciones les echa del poder".
Pero las élites ya han decidido qué es lo que les resulta rentable en la actualidad.
El problema para ganar esa batalla por la ciudadanía en las urnas y cambiar las reglas del juego creo que No está en las élites, sino en la Izquierda, pero eso será parte de la próxima entrada del Blog...
Gracias por tu comentario.
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