EGOLATRAS Y EGOCENTRICOS
"Dios es una esfera infinita cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna".
(Thomas Bradwardine)
Quizá lo más próximo a esta definición de Dios sea un español. Un ser que llama la atención allá por donde pisa o dónde se asienta, un ser que abarca todo lo perceptible, que se significa, que se señala, que se reivindica en cada gesto o movimiento en la vida social.
Unos ejemplos:
a) Viaje en un crucero. Hay una bulla, gritos, no se sabe bien si de jolgorio o de camorra. Indudable. Una pareja de españoles en la cubierta de popa echándose un traguito a plena luna en un mete saca sin miramientos. ¡ESO ES SEÑALARSE!. Han pasado a figurar en el cuaderno de bitácora del contramaestre.
b) Subida al teleférico en el Mont Blanc: Grupos diversos que se cuelan en la cola a voces simulando una pelea, "eran de Murcia". Otros que aprovechan la coyuntura para reivindicar su sitio, "con acento gallego". Ya en la cabina, los de Madrid que quieren ventana y a empujones la consiguen, después una narración interminable de la ascensión, tan vacía como la nada que nos rodea a esa altitud, pero tan pesada que el resto del pasaje pide silencio. Al llegar alguien vomita. ¿Se imaginan quién?. No hay ni que imaginar. ¡Y todo esto al subir!.
Al bajar hay más, resoplidos por el vértigo, gritos de histeria, niños que berrean. De la misma procedencia geográfica de origen.
c) Paseo por Lisboa: Un enjambre de hermafroditas chillando sin ninguna razón. Niños correteando en la baixa empujando a las ancianas del lugar. Un puesto de castañas arroyado por unos jovencitos que discuten el precio, queriendo regatear unos céntimos… ¡Qué estilazo!. Insuperable.
En el restaurante XL, de los diputados y burgueses del lugar, el típico madrileño chulito que se quiere llevar la camiseta del camarero porque le ha gustado, y eso antes de pedir la cena. Todo por pavonearse con la fulana que lleva de compañera con acento cubano de Miami. Me fui antes que él por temor a lo que pudiera pasar al llegar a pagar.
Y así tantas veces, en cualquier otro lugar…
La fisonomía del español se mueve entre un afán de notoriedad siempre autocomplaciente y un sentimiento de superioridad fundamentado en su bajeza moral y su escasa educación cívica.
¿Puede todo ello obedecer a que existan diferencias en el genotipo?. Quizá sea así. Por ejemplo el vasco, ese rudimentario ser que en masculino y con aire socarrón afirma después de cada frase "éne pues", como confirmando desde las alturas cualquier perogrullada. O el andaluz, que ve un chascarrillo en cada situación y necesita de la carcajada más que un impedido el bastón. O el madrileño, de aire chulesco que exige con autoridad capitalina y por anticipado un trato de favor. O el catalán que junto al vasco se hacen tanto de notar para diferenciarse que nos representan a la perfección. Y los demás, comparsas…que se unen al coro con sus insignes singularidades. (desde baturros a ...)
Sin duda todo esto es lo que nos identifica y une: la falta de delicadeza y educación, la insensibilidad al ruido, la adicción a la patochada, el orterismo de lo grandilocuente, la ocupación de todo el espacio posible, el peso de lo ingrávido, etc. Todo ello ha ido forjando una personalidad tan particular que cuando uno se la encuentra fuera de su propio ambiente sólo puede sentirse avergonzado.
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