PODER Y SUPERVIVENCIA
Hace unos días decía Arsuaga, en una entrevista, que la especie humana había dejado de evolucionar porque había solucionado su supervivencia.
Fundamentaba esta afirmación en el cuidado que profesamos a los débiles (mayores, personas discapacitadas, la infancia).
Desde luego hay determinados síntomas que pueden avalar esta hipótesis, además de los mencionados, que deben circunscribirse a los países desarrollados para tener verosimilitud, también podemos mencionar el aumento de la infertilidad, el aumento de la esperanza de vida, el descenso de las tasas de natalidad.
Desde luego parece que desde la opulencia de nuestras sociedades la supervivencia es una garantía, aunque haya amenazas estructurales que la ponen en riesgo, pero en un contexto de destrucción total del planeta, y por causas exógenas y anónimas: cambio climático, ensalada nuclear, terrorismo bacteriológico, etc…
Por otro lado la lucha por la supervivencia se concreta en cada individuo en una lucha por el poder que suele entrañar violencia, dentro de cada manada en los mamíferos superiores, o mejoras evidentes de lo morfológico, colores excitantes en los peces y coleópteros por ejemplo.
Circunscribiéndonos a nuestro entorno de mamíferos habremos renunciado a ejercer la violencia del poder para mantener la supervivencia, pero no hemos renunciado a las luchas del poder y a la violencia que conlleva.
Quizá nuestro primer objetivo como especie no sea la supervivencia. Quizá las formas para conseguirla, a través de luchas de poder, hayan cambiado su finalidad. De hecho el desarrollo de nuestras sociedades en términos de bienestar corre parejo a las vicisitudes del poder económico y su despliegue y ampliación en sectores productivos cada vez más especializados.
Quién iba a pensar que la basura podía ser fuente de explotación que generara suntuosos beneficios, o que la guerra en una de sus versiones fuera la solución previa para la remodelación del entorno y el desarrollo o reactivación de la potencialidad productiva de vencidos y vencedores.
Desde esta óptica cabe entender que la distracción que la especie ha hecho respecto a su supervivencia, tal y como proclama Arsuaga, tiene que ver más con el interés de reforzarla fuera de comportamientos puramente instintivos; y que los logros que avalan su posición, no sean sino extensiones del desarrollo de las fuerzas productivas en ese afán por el crecimiento y el progreso: justificaciones de un modelo económico que impone sus leyes, entre ellas la de su expansión y globalización.
Concretando. Aumenta la esperanza de vida, el cuidado a los ancianos o a la infancia, porque estos segmentos de población se han convertido previamente en sectores productivos que pueden generar ante todo plusvalías económicas, opciones de poder. Se atiende a los países en desarrollo con ayuda humanitaria, porque ésta es una forma productiva de rentabilizar unos recursos económicos y humanos que son excedentarios en nuestro medio. El desarrollo, el progreso, el crecimiento, etc. son términos que designan las condiciones que se autoimpone el sistema económico para sentirse rentable, para no caer en bancarrota.
De ahí que sólo mientras tenga capacidad de expandirse encontrando nuevos territorios, sectores, especificidades, en el mundo real pueda estar garantizada la supervivencia de la especie, siempre supeditada a las luchas por ese poder.
Aunque quizá del desarrollo de las aplicaciones y modelos societarios en el mundo virtual, que van transcendiendo el mundo real, puedan derivarse importantes flujos financieros de las actividades económicas tradicionales hacia el dominio de la nada: el verdadero objetivo del poder.
2 comentarios:
Me has picado, canalla, donde más me duele, así que ahí van mis consideraciones:
En general, casi todas las luminarias de la paleoantropología moderna coinciden en señalar que los procesos "naturales" de la evolución ya no afectan a nuestra especie, ya que nosotros hemos invertido los términos: no nos adaptamos al medio, sino que adaptamos el medio a nuestra conveniencia. Sin embargo, la selección sigue actuando, aunque con otras reglas. Ahora el paradigma aceptado en la paleoantropología es el de la "selección tecnológica". Me explico. Este tipo de evolución no afecta a la especie, sino a grupos humanos determinados, de manera que acaban llevándose el gato al agua aquellos cuya capacidad tecnológica es más avanzada. Un ejemplo: lo que le hizo Cortés, con unos pocos trabucos, al imperio azteca. Esta “selección tecnológica” la vemos constantemente a nuestro alrededor. Es lo que ahora se denomina como globalización. En efecto, aquellas sociedades tecnológicamente más avanzadas y, por tanto, más enriquecidas y poderosas, exportan su modo de vida de manera que en poco tiempo se homogeneizarán las culturas de todo el mundo. Internet es una buena prueba de ello, aunque creo que el mejor ejemplo es el Mundial de Fútbol, evento que es seguido en todo el planeta con igual fervor. A este respecto es muy interesante el divertido documental “La gran final”, en el que se da cuenta de un hecho cierto: las tribus de la amazonia, los habitantes de las estepas siberianas o los negritos que cruzan el Sahara camino de Europa, todos, son capaces de hacer un alto en sus tareas para ver la final de un mundial de fútbol. Se puede argumentar que esta no es una evolución como dios manda, vamos que no nos va a salir una nueva extremidad ni nada por el estilo. Es posible, pero creo que el hecho de que con el paso de los siglos -o de los milenios o más- la humanidad acabe homogeneizándose traerá inevitablemente grandes cambios específicos. Uno, por poner un ejemplo, será la desaparición de las razas. La movilidad de las personas -un fenómeno reciente y en imparable crecimiento- acabará por crear un mestizaje global al cabo del tiempo necesario... si es que nada se tuerce, claro: ¡boom!
Por supuesto, pese a la globalización siempre habrá diferencias entre la vida de los distintos grupos sociales, ya sabemos: ricos / pobres, apocalípticos / integrados, y así hasta el infinito. Pero para que surja una especie diferente a partir de una previa ha de darse una condición indispensable: el aislamiento total de un pequeño grupo de individuos de la especie inicial, y que ese aislamiento se mantenga durante el tiempo suficiente -centenares de miles de años- en un medio diferente del original. Así las cosas, la única posibilidad de que de nuestra especie surgiese otra sería que una colonia humana quedase aislada en, digamos, una expedición espacial a otro planeta. En un entorno diferente, totalmente aislada y sin capacidad de reingresar en el flujo genético del resto de la humanidad, es posible que surgiese un nuevo tipo de “homo”.
Por lo que a nosotros interesa, la evolución natural se ha acabado. Queda, eso sí, la inercia. Es probable que con el paso del tiempo acabamos de perder las muelas del juicio, como también lo es que la altura media de la humanidad crezca algunos centímetros, pero eso no es más que el final de un camino al que íbamos dirigidos desde hace mucho y al que llegaremos rodando sin gasolina y en punto muerto.
Resumo. La evolución natural se ha ido a hacer puñetas en lo que a nosotros se refiere. Pero no hay que perder de vista que estamos abocados a cambios globales que afectarán a la especie de manera determinantes. No creo que lo que más nos afecte sea tanto la “evolución tecnológica”, versión moderna del pez grande que se come al chico, como el gran cambio social al que se verá abocada la humanidad a medida que el mundo se nos quede tan estrecho que sea evidente que no podrá haber más que un modelo social para todos. Esa sí que será una “nueva frontera”, como les gusta decir a los investigadores espaciales, y no lo de llegar a Marte, que debe ser, además, un sitio bastante aburrido.
¿No será que la forma de adaptarnos al ambiente sea transformándolo?.
La evolución de nuestro comportamiento quizá vaya ligada a esa "evolución tecnológica". La esencia de ese comportamiento quizá sea la extrañeza ante el mundo que produce la conciencia acerca de él, una conciencia desligada o mejor desdoblada, squizo, que piensa desde fuera, desde otro lugar, que desconoce.
Una conciencia que no encuentra su imagen, su modelo.
Quizá ese mestizaje que predices sea la posibilidad de disolver la identidad que se descubre y reivindica en la diferencia racial.
Pero también la posibilidad de disolución para la identidad cultural, dado que habrá modelos que tiendan a imponerse, como es el caso hoy de la cultura occidental sobre el resto.
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