LA FUERZA DE LA INERCIA

El Tedio es hambre.
Hablar por hablar es la fórmula de la liberación.
(Novalis)

Desde luego que la voluntad de encontrar la liberación en el sí mismo de los sujetos, de las conductas, de los sentidos, es otra de las peculiaridades de la sociedad del deseo.

La seducción recíproca se manifiesta en gran medida a través del fenómeno histérico. El silencio, por el contrario, se nos aparece como un síntoma de extrañamiento cuando no de violencia soterrada. La tensión emocional se enmascara con el ruido de fondo constante de nuestro medio ambiente. Es el desarrollo de nuestra faceta rumiante.

El torrente histérico es fácilmente identificable: excesivo volumen de la voz, velocidad imparable de enunciación verborreica, vehemencia locutoria, y también grandes dosis de dogmatismo aderezadas con esencias de desprecio hacia el interlocutor.

Si, el histerismo es una de las respuestas de aquél que no reconoce su insignificancia pero que ha encontrado un camino material para la redención. La histeria es el resultado que se desprende de la fuerza de la inercia, muy superior al ejercido por la fuerza de la voluntad.

Todo se hace a los modos histéricos y compulsivos: el sexo, la alimentación, la amistad, el delirio, el dolor, la embriaguez… Histeria es hoy una marca de calidad, el valor añadido y la condición que debe tener toda conducta para ser placentera.