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2/25/2013

¿REFORMISMO O RUPTURA? I I

(La inviabilidad de la opción rupturista)



Se examinaba a groso modo en la entrada anterior cómo la estructura orgánica del poder político del “régimen de libertades” podría acometer una opción reformista para recuperar la crisis de legitimidad en la que se haya sumido el mismo, opción que por su magnitud, por su propio calado, se nos antojaba rupturista, por el simple hecho de comprobar la incapacidad, tanto de la propia corona como institución como de los propios partidos políticos mayoritarios y nacionalistas para consensuar las bases mínimas de una imperiosa reforma institucional.
A día de hoy la fractura social entre los representantes políticos y la ciudadanía es una evidencia. Según Metroscopia, el 80% de los ciudadanos piensa que sus representantes del Congreso y el Senado no les representan, y hasta un 85% cree que los diputados y los banqueros son deshonestos. Porcentajes de este tamaño hacen irrelevantes las posibles diferencias que puedan existir entre la implicación de unos partidos u otros en casos de corrupción y de gestión fraudulenta del poder.

Así las cosas ya es apreciable cómo sectores de la derecha, a la vista del posible alcance de la trama Gurtel y el caso Bárcenas, han comenzado a moverse para intentar salvar algún mueble de la quema de lo contenido en su casa. Lo paradójico es que han sido líderes que llevan tiempo enfrentados a la dirección actual como la colérica e impertinente Aguirre y también, cuanto menos, otros silencios que quieren remarcar su desvinculación y no complicidad en la estrategia oficial tomada por la dirección del PP, como la del emboscado Aznar. El tratamiento dado por los medios de comunicación afines de la dcha, desde el periódico "el mundo” hasta los acólitos televisivos muestran que dentro de esa caverna hay luchas fraticidas a quemarropa.

Qué ocurre en “la izquierda”. Todo el PSOE ha salido en trompa a descalificar y silenciar el debate sobre la cuestión dinástica y la conveniencia o no de la abdicación real y, en un ejercicio de autoritarismo, evitar además discutir o valorar el contexto necesario en el que pudiera producirse la misma y las aparejadas propuestas reformadoras del propio sistema que exigiría al menos un debate interno.

En cuanto al resto de la “izquierda” parece obvio que tampoco han entrado en discutir esa iniciativa, como tampoco en la de participar activamente al lado de la  movilización social en las múltiples convocatorias ciudadanas del pasado 23F. Esa movilización que les es tan necesaria pero de la que están totalmente ajenos, salvo alguna excepción sectorial como el apoyo en la calle por alguno de sus dirigentes a título personal a la educación y sanidad públicas. 

Es evidente que si no hay un cambio en la detentación del poder político no será posible ni viable atender las demandas mayoritarias de la población frente al poder político y económico. Esa aspiración legítima choca hoy con la fractura ya descrita entre representantes y representados, por lo que sólo un cambio radical en la estrategia de alguna de esas fuerzas políticas de “izquierda” podría modificar esta dicotomía.

Izquierda Unida ha perdido otra oportunidad en su reciente cónclave confederal. No ha abierto su opción política, su organización, a otros colectivos sociales, ni tampoco a la posible participación activa de personas singulares deseosas de participar en la vida política. ¿Cómo puede esperar credibilidad a sus “propuestas renovadoras” si es incapaz de adaptarse a la realidad social, abrir la organización e introducir la democracia directa abierta a toda la ciudadanía?. IU se nos presenta realmente como una organización cerrada, inmovilista, que espera aumentar su número de votos con una ortodoxia política trasnochada, pero no ampliar su base social:  que se sumen apoyos a su causa, pero no por una modificación sustancial en su práctica política, ya sea a través de la radicalizando de su discurso o acercándolo a las demandas reales de la población, en vez de unirse a las movilizaciones en la calle. No será suficiente la previsible debacle socialista y el previsible trasvase de votos para convertirse en opción de gobierno. IU no parece aprender de las propuestas griega (Syriza) o italiana (5 estrellas), que son las alternativas articuladas en esos países para contrarrestar el inmovilismo de sus respectivas oligarquías políticas de “izquierda”.

Hoy no hay cabida para la mediación, para la simple representación política al uso, eso no es suficiente. La pérdida de identidad ideológica dogmática tiene relación con la práctica y la adhesión conformista a un “régimen de libertades” denostado. De tal modo que no se está por la “reforma” coyuntural, pero tampoco se pasa a liderar una “ruptura” circunstancial.

Y en este escenario, una consideración sobre las “organizaciones sindicales de clase”, que efectivamente representan a una “clase” minoritaria, que vive de subvenciones públicas, que cumplen con su papel institucional de manera testimonial, convocando sendas huelgas generales, pero sin continuidad en la acción sindical, sin la lucha contínua que exigen las circunstancias sociales existentes. Enrocadas en sus aparatos gerontocráticos sólo parecen preocupadas por mantener sus estructuras de poder a través de su falsa interlocución en los foros económicos y sociales habilitados para desmovilizar las iniciativas ciudadanas y la conflictividad social. Ni siquiera experimentan la crítica interna a su propia y denostada gestión, a su necesario papel activo de resistencia práctica ayudando a los millones de trabajadores en paro en sus reivindicaciones colectivas y situaciones personales. Se encuentran señaladas también por la ciudadanía como parte del problema. No pueden personarse en procesos penales contra la corrupción y la defraudación en las Cajas de Ahorros porque pertenecían a sus Consejos de Administración. Ni siquiera en sus centros de formación (Fundación 1º de Mayo o la Escuela Juan Besteiro) mantienen un debate ideológico interno, crítico y renovador. No tienen, o no son visibles "los anticuerpos necesarios para limpiar estas organizaciones sindicales de bacterias, virus, hongos y todo tipo de lacras que las corroen" y traicionan su historia.

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