USTEDES NO TIENEN CUERPO,
TIENEN IMÁGENES
TIENEN IMÁGENES
Fueron los iconoclastas de Bizancio quienes quisieron destruir las imágenes para acabar con su significado. En la actualidad, por el contrario, las destruimos al cargarlas de significado.
Hoy no se es si uno no puede elevarse a la categoría de imagen. Y se es, por tanto, en la medida en que la imagen se realza o se destaca sobre otras imágenes.
La imagen ya no es "la vida propia del alma" como nos la mostrara M. Zambrano, sino la impropia condición de una existencia por hacerse realidad en lo contingente virtual interactivo que nos posee. En una foto se referencia una existencia como en una radiología se muestra una disfunción. No hay existencia sin constatación en imagen, como no hay enfermedad sin pruebas radiológicas que la certifiquen. Pero en este proceso uno desaparece físicamente siendo por ende irreconocible. En nada contiene la foto "la propia alma" como tampoco la radiología al enfermo. De hecho los médicos no diagnostican enfermos sino enfermedades, porque ven enfermedades a través de la imagen que les ofrecen sus pruebas radiológicas, escáner, etc.
La imagen nos contiene como una fantasía en la que nos pudiéramos transformar para una realidad en la que dejamos de poseernos en la realización precaria del deseo no cumplido. Desaparecemos detrás de la imagen, ya no hay secretos, nada que ocultar, nos hemos liberado del cuerpo físico.
Nos alimentamos de imágenes que conforman parte de nuestra dieta, son los nutrientes que atiborran lo sensible, que minan y dirigen nuestra sensación. ¿Qué sería de lo público sin esos asesores de imagen, esos publicistas del gesto particular que han llegado a comprender la necesidad de producir realidad sobre la base de técnicas de marketing y estrategias de comunicación?. Algunos son incluso su propia Marca, porque un anuncio ya no representa la imagen del producto, sino la del propio consumidor en el propio acto del consumo. "Nos poseemos en la imagen, como objetos de nuestro propio disfrute como consumidores" (R.Sánchez Ferlosio), en los espacios de interacción virtuales. De ahí también que nuestra notoriedad vaya unida a nuestra imagen, que es directamente proporcional al grado de desvirtualización de la misma con respecto a su referente. Porque el último objetivo de toda imagen, como el de una campaña publicitaria, es ganar notoriedad.
"La fotografía como testimonio de algo que había estado y ya no estaba, de una ausencia cargada de nostalgia" (R. Barthres), o "nostalgia de la presencia" (J. Baudrillard), en el sentido de que sería un último testimonio de lo que se fue respecto al sí mismo inorgánico de hoy. "La imagen fotográfica no es una representación, es una ficción" (J. Baudrillard). La inmaterialidad del recuerdo atestiguada por la imagen, la nostalgia de un cuerpo, la evocación de lo somático.
El mundo y cada ser que lo contiene se contemplan como imagen. "La esencia de la edad moderna es la conquista del mundo como imagen" (P. Sloterdijk). Somos en la medida en que trasciende nuestra imagen, en su virtualidad para proyectar su capacidad seductora, simuladora, imitadora de -lo real-.
Hoy la imagen no se ubica "en la confluencia de la luz procedente del objeto y la que procede de la mirada", como creyera Platón. Hoy la imagen procede de la luz que irradia el medio en la que se proyecta y las miradas a las que seduce. Pues no hay mayor seducción que la de una imagen capaz de colmar el horror vacui que origina la sedación digital.
Pero, "la imagen, capaz de negar la nada, es también la mirada de la nada sobre nosotros", como intuyera M. Blanchot antes de la aparición de los medios de proyección masiva. ¿A quíen mira esa foto?. La inmensidad es la posibilidad de una imagen, pero ¿qué fuimos respecto a esa posibilidad?. Quizá sólo el reflejo de una imagen que se cruza con la mirada al pasar.
Lo que es propiamente imagen es siempre, de alguna manera, producción de cosas ausentes. Ya sea por evocación la imagen produce realidad, secuencia, pero también y paradójicamente, "evidencia que se hace invisible a base de mostrarse y repetirse" (J. L. Pardo). Es el caso de la secuenciación a través de la desfragmentación de la propia imagen en movimiento, pues "la imagen es movimiento como la materia es luz" (G. Deleuze). Y "cuanto más brillante es la imagen, más turbadora es su ambigüedad" (G. Bachelard).
Engullidos por nuestra propia imagen en una promiscuidad total con respecto a nosotros mismos, cada individuo se muestra como un producto en composición, un composite o quizá collage de evocación nostálgica, un recuerdo sin definir que no se materializó, una expectativa que no pudo disponer de sí, y que aún no sabe quién es, que se busca a través de la proyección de imágenes en la caverna.
De ahí que todos nos estemos volviendo actores. Entramos en nuestra propia vida como en una pantalla. ¿Cómo hacer algo sin ver que lo estamos haciendo?. Y lo que podemos constatar es que no hacemos nada, pero esto ya no nos sorprende. Podemos disfrutar de la inmunidad a través del anonimato que ya tiene rostro, aún al precio de un desencanto.
"Toda fuerza en proyecto pide hacerse imagen" (H. Michaux). A un ser sin imagen no se le puede ya venerar. La imagen es la idolatrada, no lo que representa, "el medio es el mensaje" (Mc.Lughan). Estamos secuestrados por el medio, somos su contenido. Pero "quien sepa transformar el aspecto de su energía no necesitará de ninguna imagen externa. Su templo será invisible". (CH. Maillard).
¿Y nuestra intimidad?. "Nuestra privacidad no es más que esa zona del espacio, del tiempo, en la que no se es una imagen, un objeto" (R.Barthres).
"Oscuro es el pensamiento que no puede determinar su objeto: un recuerdo que escapa de toda imagen" (Leibniz). Inaprehensible balbuceo de la palabra, de esa palabra "que es la imagen de las cosas" (Simónides). "El poema rompe en la palabra el espejo que deformaba su imagen" (E.Jabés) y "la imagen está formada por las palabras que la sueñan. (E. Jabés). La palabra es el signo que relaciona concepto e imagen" (R Barthres). Por eso "el procedimiento más elemental del arte consiste en sustituir un objeto por su imagen. Imagen y no concepto. El concepto es el objeto captado, el objeto inteligible". (E.Levinas).
"La imagen más fuerte es aquella que contiene el más alto grado de arbitrariedad" (A. Breton). De ahí la necesaria violencia de las imágenes para convertir el arte moderno en "objeto de consumo masivo". (J. Jiménez).
La importancia de una imagen radica en su impacto, el número de personas a las que alcanza. La imagen ha sido ya secuestrada por la publicidad desde antes de producirse. La idea de nosotros mismos se acerca al modelo ideal que establece lo publicitario. Nuestra exposición es publicitaria y en este sentido producto que pretende dar valor a un mensaje. Pero ¿cuál es ese mensaje que queremos transmitir al fotografiarnos con el mundo y mostrarlo en la internetsfera?.
¿Acaso un mundo utópico carecería de imágenes, porque "toda imagen destruye el ideal"? (H. Blumenger). No, porque ya no hay ideal fuera del contorno, de la apariencia, de la insinuación que satisface al deseo. Sólo la imagen nos significa, sin ella, ¿cómo entendernos?, ¿cómo reconocernos?. "La apariencia idealista es tan necesaria en su origen como en su caducidad" (T.W. Adorno). Y el mundo de la imagen es un mundo ideal que no tiene respuesta, porque no puede cuestionarse, porque nos da el ser. En este sentido nuestra proyección es un tanto impresionista por nuestra vinculación a la apariencia, "deseosos de reflejar la temporalidad de los fenómenos pero indiferentes ante la esencia oculta de la existencia" (R. Argullol).
Nuestro sentido se ha hermanado con nuestra apariencia, pero el sentido se nos escapa y las apariencias quedan intactas. Nuestro cuerpo es una imagen que se nos escapa como el tiempo "esa imagen movida de la eternidad". (J. L. Pardo).
"La apariencia la conforman las huellas de la continuidad de la nada" (J. Baudreillard). Huellas indelebles de nuestra levedad que no pueden vincularse metafísicamente, pues "lo metafísico vive de la escisión entre esencia y apariencia" (J.L. Pardo).
La naturaleza del mundo virtual es la imagen. En él lo particular se deshace, se disuelve, se conglomera. Atrás quedó el mundo de la pintura, el mundo físico de la representación, en el que la imagen pictórica "representaba la naturaleza para la apariencia particular de las cosas" (P. Mondrian). Y hoy esta apariencia es disimulo "que recibe sentido, valor y sustancia de una realidad que está más allá de ella" (G.Sinmel).
Qué es el arte, sino "la necesidad de apariencia" (M.Heidegger), la elevación a categoría. Vemos arte sobre cualquier acción que proponga buena imagen. Hay arte en todos los lugares. Somos artísticos con nuestra imagen, con nuestra apariencia. Nuestro mundo es aquél en el que "las apariencias encubren con mayor intensidad que nunca aquello que las determina"(J. L. Pardo). Encubridos por la apariencia.
´Lo trágico no está en el mundo tangible, sino el mundo de la apariencia (M. Maffesoli). " Todo lo que vive lo hace en la ilusión, la apariencia, la mentira, el engaño, y es el arte el que produce estas apariencias, mentiras, ilusiones, que son la condición de la vida, su posibilidad" (F. Nietsche)
"Sólo si se trata la apariencia como apariencia, no se quiere engañar, entonces se hará verdadera". (F. Nietsche) Constataremos así que nuestra desvinculación física no será una ilusión, no nos supondremos, ni nos debatiremos con la imagen, porque "lo que quede de la realidad fuese sólo apariencia" (A.Giacometti)
He aquí la morfología de la imagen por el exceso pusilánime de la apariencia.
1 comentario:
... un grafitti confuso, no?
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