Consideraciones humanas sobre cuestiones inútiles, innecesarias e imperfectas de la profesión atea. Compartir lo efímero, testimoniar lo disoluto, aullar ante el silencio. Aulla! Aulla!

11/27/2006

ESTAMOS EN RACHA


Si la sexualidad de quienes viven solos está marcada por la necesidad de eludir la automonogamia, la sexualidad de quienes comparten la soledad viene marcada por la necesidad de eludir compartirla.

La erotomanía es sin duda una circunstancia caracteriológica sobrevenida por la exposición a la radiación mediática expansiva del negocio del comercio sexual.

Las nuevas formas de producción a partir del consumo, del gasto, del derroche, hacen que cada individuo sea un factor potencial para incrementar los réditos de la industria orientada en este sector, de ahí que la familia fuese un órgano pluricelular poco evolucionado y sustentado por un patriarcado monoteísta fálico. Hoy, las necesidades del mercado y del crecimiento han hecho posible la incorporación de la mujer al mundo laboral; del uso contraceptivo la posibilidad de decisión sobre el ejercicio de la maternidad; y del hedonismo social la pugna por competir en el ejercicio del poder entre los sexos. Bajo estos fenómenos la familia ya no es la necesaria alianza para gestionar la miseria por la que atravesaban las masas, ni siquiera ya una estrategia convincente para asegurar la producción de mano de obra o de soldaditos para la guerra, ni siquiera puede considerarse un factor de optimización energética para sociedades plutocráticas. Hoy la mano de obra la garantizan los inmigrantes y la soldadesca se ha visto reducida en gran medida por la tecnología militar y el armamento no convencional.

Es en este escenario en donde fue cobrando sentido el individuo, no sólo como germen para una nueva organización social, sino como el elemento a promocionar una vez renderizado el modelo productivo en la escala de la economía global. Asistimos después de la última gran guerra a la promoción de valores éticos y estéticos dirigidos hacia lo singular. El "yo" se ha impuesto como un elemento de esa morfología de lo disuasorio orientada hacia el mejor sobrevivir, y a la vez, halo de lo seductor, al que habrá que colmar y satisfacer. De ahí que efectivamente aquella disolución coloidal en la que se había insubstanciado el ser durante siglos haya por fin precipitado.

En términos ideológicos el "yo" como pilar del capital se impuso al "nosotros" como vórtice del marxismo. Seguramente los futuros historiadores, excelsos de una ilustración sobre lo anecdótico, nos contarán que a finales del siglo XX y principios del XXI lo singular se impuso sobre lo general, lo individual sobre lo colectivo, la apariencia virtual sobre la realidad, la materia sobre la memoria, la realidad sobre el deseo, etc.

Claro que, a pesar de los signos que lo pudieran identificar, lo individual no garantizaría lo independiente, por el contrario, se han reforzado relaciones de dependencia social que han de sustituir a las que en su día se establecieron a través de la familia. De ahí quizá la profusión de espectáculos de masas, de organizaciones grupales de toda índole, de movimientos molares a pesar de lo molecular de sus estructuras.

Todo esto representa, en términos energéticos, el sostenimiento de un sistema pluricelular con alto grado de dependencia, menos eficiente cuantas más células diversificadas contenga. Será, sin embargo, estratégicamente rentable en términos de consumo para los proveedores de energía, pero altamente ineficaz para aquellos que planifican ese consumo en función de los previsibles recursos existentes y su disponibilidad futura.

Claro que nuestro excedente es también un déficit para otros, y a medida que aumente la diferencia de potencial entre estas magnitudes el organismo todo se acerca a una situación de colapso, pues no habrá sangre suficiente para purificar tanta toxina. De ahí también la incongruencia radical de todos aquellos que se jactan, con una sonrisa, de estar en racha.

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