Consideraciones humanas sobre cuestiones inútiles, innecesarias e imperfectas de la profesión atea. Compartir lo efímero, testimoniar lo disoluto, aullar ante el silencio. Aulla! Aulla!

12/04/2006

EN BUSCA DE IDENTIDAD


La ignorancia es uno de los principales síntomas de la pobreza.

Por la mañana, al despertar, no te reconoces. No eres en mis sueños, pues no los recuerdo, aunque no sé si estuviste o no en ellos.

Poco a poco la mirada escapa al dictado de la rutina, la curiosidad despierta, aún y a pesar de la repetición seriada de cada movimiento, de la sincronicidad escrupulosa de cada gesto que se repite día tras día, como el hábito en la rutina en toda esa consumación de lo improductivo que se considera erróneamente fabril, en el dictado de la expoliación planificada, del derroche vital.

Quizá la aspiración de la "inteligencia", como la de la "realidad", sea hacerse virtual, ser asequible para transcenderse, poder sustanciarse en lo intangible. Porque cada vez más el mundo físico se comporta supeditado al entorno virtual, de tal modo que la simulación impone sus reglas y pasa a ser productiva al dejar de ser desapercibida, pues anota invariablemente su huella en el sistema. En el mundo físico la simulación laboral no era productiva, negaba la plusvalía al no dejar constancia, en el ámbito virtual, por el contrario, esa simulación produce al representar y perfilar el modelo y sus fugas, adjetivándose: la indiferencia constata, el camuflaje identifica, lo simbólico se materializa, la materia se digitaliza.

Seguramente hay una pregunta que tiene aplazada la respuesta: es la no verbalizada, la no mentada, la proscrita. Y es esa cuestión aplazada la que mueve cada engranaje y pone en funcionamiento el ciclo vital diario. Contra ella se levanta nuestra identidad: todo aquello que habla por nosotros, se expresa por nosotros, se escenifica por nosotros, un plural mayestático diseñado por un sastre mecánico: él ámbito de nuestra cobertura, ese toque de impersonalidad tan amigable. Con ella se alza toda esta representación de lo productivo, del crecimiento, del bienestar, del progreso, del pronombre…

Pero el apego a la ignorancia, como síntoma de la pregnancia a lo opulento, nos aísla magnéticamente en cada rozamiento de un posible contacto, nos clasifica como objetos o nos utiliza como merchandaising; Una nueva forma de afecto desde la distancia, de indiferencia ante cualquier adversidad, de singularización en el conjunto molar.

Es ahí en donde no buscar, pues conocerse a sí mismo no es determinar una identidad sino ser consciente de una incongruencia. Tener identidad es no poder identificarse y no poder ser identificado, pues nuestra identidad es un refugio contra un extranjero que continua habitando en nuestro interior.

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