Consideraciones humanas sobre cuestiones inútiles, innecesarias e imperfectas de la profesión atea. Compartir lo efímero, testimoniar lo disoluto, aullar ante el silencio. Aulla! Aulla!

3/01/2007

CHULERIA Y SERVILISMO

Estos son sin duda dos rasgos fundamentales de la filogénesis caracteriológica del ser ibérico.

La chulería hunde sus fundamentos en una rudimentaria interpretación de la realidad, en el simplismo como impulsor del análisis. El simplicista posee las conclusiones con antelación a cualquier razonamiento. Su pensamiento no discurre por los senderos de la deducción lógica, ni por supuesto tampoco por la intuición poética, o siquiera desde una meditación vacua. Más bien es el resultado de la evolución producida desde el dogma hasta la representación de la verdad mediática.

En muchas ocasiones chulería y servilismo suelen ser aspectos paradójicamente vinculados entre sí, complementándose en personalidades duales, capaces de asumir alguno de ellos en función de las necesidades exigidas en cada momento, y que se corresponden con una clara tendencia sadomasoquista. Por otro lado, también aparecen bien diferenciadas en individuos con caracteres unívocos, en los que la indeterminación moral y la rectitud han echado profundas raíces.

En cualquier caso, tanto desde la aparente debilidad del servil como desde la virulencia chulesca, se reclama que los semejantes se comporten de idéntica forma. Así, se exige que los líderes políticos sean unos personajes que linden con lo macarra, que dispongan de la suficiente bellaquería en sus alforjas, borderio o indiferencia ante cualquier situación que les comprometa.

Esto ocurre porque la imagen que se profesa de los mismos es como la de una manada descarriada que busca a su pastor. "lo que me manden" se demanda desde muchos oficios, sin importar quién sea el patrón: el jefe de turno, el mercado de las multinacionales o el chusquero al uso, etc.

Lo chulesco recorre como un fantasma los comportamientos sociales, en la política, en las relaciones de amistad, como forma de cortejar, etc. Es un valor en alza, un modelo inatacable promovido desde los medios de narcotización de masas, una actitud vital compartida por nuestros jóvenes, que se muestran tan desafiantes como incultos y que promueven entre su medio la adhesión incondicional a este estereotipo.

El servilismo nos muestra el amplio grado de sumisión por el que se está dispuesto a pasar para poder conseguir lo que se quiere o lo que se necesita, términos cada día más contrapuestos en la escala de la motivación y el deseo y tan condicionados por la publicidad. Es un ejercicio de auto desprecio, quizá justificado por un profundo complejo de inferioridad.

Arrastramos y perfeccionamos esta morfología con un afán de superación consecuente con la exigencia de una sociedad avanzada, titanizada, ¡de progreso!, pero desde un enfoque patológico, vengativo y cainita. Los adversarios son enemigos, los contrarios son una amenaza, los contrincantes un peligro.

El servilismo y la chulería son las caras de la misma miseria que configura el rostro de un personaje aquejado de una patología crónica, embadurnado de rojo igualda.

¿Cómo sobrevivir a esta malediciente respuesta colectiva?.

1 comentario:

La Caverna de Rictus dijo...

De toda la vida se ha dicho de algún individuo especialmente detestable aquello de que es un cabrón con los que tiene debajo y un lameculos con los que tiene encima. Todos conocemos alguien que da ese perfil, sobre todo en el entorno del trabajo. En cotraposición, vaya este moderno afosismo sobre la vida laboral sacado del mundo anglosajón: "Pórtate bien con la gente que te encuentres cuando vayas hacia arriba, porque te la volverás a encontrar cuando vayas hacia abajo". Aquí no hay nada parecido, porque a la chulería y el servilismo se le une la falta de previsión, de análisis y de buena educación.