Consideraciones humanas sobre cuestiones inútiles, innecesarias e imperfectas de la profesión atea. Compartir lo efímero, testimoniar lo disoluto, aullar ante el silencio. Aulla! Aulla!

5/18/2007

EL SOÑADOR CAÍDO por Branstein

Hombre huraño, huidizo, solitario; refractario a la jerarquía y a las órdenes; exaltado e iracundo; buscador incansable de perfección e implacable con el mundo. Pero prendido del hombre y prendado de lo humano. ¿Qué personaje cinematográfico encarna mejor que ningún otro a este antihéroe, por otro lado tan necesario?... Sí, tal vez no haya otro: Harry el Sucio.

Cuando se baja de las alturas y se roza, aunque solo sea levemente, el suelo, la montaña desaparece ipso facto, y con ella toda posibilidad de volver a las alturas. Hay que acostumbrarse a la vida desalada, de imposible vuelo, rastrera a veces. El aire que se respira aquí abajo, tan cargado de canallerío, es pesado, hediondo a menudo. ¿Por qué abandonamos el nido en las cumbres para venir aquí? ¿O es que mientras la curiosidad nos hacía descender no nos dábamos cuenta del peligro que corríamos? ¿Para qué queremos la lucidez, el verlo todo tan de cerca, si ya nunca podremos elevarnos al mundo de los sueños?

Un soñador que lo sea debería quedarse por siempre arriba, ignorar la llamada de la cordura, e incluso de la sabiduría, porque también ésta es una trampa para que te acerques al suelo y así poder cortarte las alas. Un soñador no debiera nunca dejar de serlo. Por cada soñador caído se pierde una utopía. Aunque, eso sí, se gana un Harry el Sucio para enmendar entuertos mundanos.

Branstein

1 comentario:

Anónimo dijo...

Más vale verlo que morirse.



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