Consideraciones humanas sobre cuestiones inútiles, innecesarias e imperfectas de la profesión atea. Compartir lo efímero, testimoniar lo disoluto, aullar ante el silencio. Aulla! Aulla!

9/30/2007

LA DEMOCRACIA ESPECULATIVA

¿Cuántos saben que en sus cabezas es el enemigo mismo el que desfila?.
(B. Brecht)

Nuestro sistema económico depredador se fundamenta en el endeudamiento para atender un crecimiento económico que se sustenta en el aumento de la “demanda agregada”, la cantidad de bienes y servicios que los habitantes, las empresas, las administraciones, etc., pueden consumir en un país para un nivel determinado de precios.

Si utilizamos la tasa de crecimiento económico como el indicador para valorar el desarrollo, durante los últimos años en nuestro país esa tasa ha estado por encima de la del resto de los países europeos, y ha sido también sobresaliente con respecto a otros si prescindimos de aquellos de economías emergentes como son las de China o Brasil. Pero si bien nuestra renta por habitante se ha triplicado entre 1995/2005, el nivel de endeudamiento de las familias de su renta disponible para ese año era ya del 110%, alcanzándose un endeudamiento correspondiente al 75% del total del PIB, aumentando hasta el 115% en 2006. En estos días el gobernador del Banco de España ha advertido a las familias que su gasto "no podrá apoyarse por mucho tiempo en un crecimiento de la deuda a tasas como las actuales”.

Por otro lado los tipos de interés que cobran los bancos por los créditos que conceden, al consumo e hipotecarios, etc. están subiendo y no parece que hayan tocado techo, empujados por la subida de tipos del Banco Central Europeo.

La pregunta es obvia. ¿Si el endeudamiento de las familias está por encima de su renta y los tipos de interés suben, como se va a poder atender la advertencia del Banco de España para no aumentar el crecimiento de su deuda?. Ya se ha observado que crece la morosidad en los pagos. Para contrarrestarlo desde el Ejecutivo ya se baraja subvencionar los impagos por posible desahucio. ¿Pero y el resto de impagos?.

Cuando el gobernador del Banco Central Europeo justifica una medida de endurecimiento económico, como es la subida de tipos de interés, por la necesidad de contener la inflación, la media europea ronda el 2,5%, también con ello va a limitar las previsibles tasas de crecimiento, de hecho la pasada semana dichas previsiones fueron reducidas a la baja por nuestro comisario Almunia.

Parece, desde otro punto de vista, que una vez sembrado el campo y que ha germinado la semilla, hay que empezar a recoger los beneficios. En el caso de la vivienda, todos los que habían caído en el timo, por necesidad o por especulación, han visto como desde hace aproximadamente 18 meses, que empezaron a subir los tipos de interés, han tenido que pagar una media de 150€ más al mes por su hipoteca.

Claro, no estaba previsto en el guión, que además desde el otro lado del Atlántico se encendiera un lucecita roja de alarma originada por el número de créditos de alto riesgo concedidos para la compra de vivienda en EEUU, lo que nos indica que se han asumido unos nivel de riesgo para estas operaciones por encima del nivel de riesgo asumible por el sector bancario. Todo esto, enmarcado en una economía que no tira de los mercados sino que por el contrario los desestabiliza, está contribuyendo a ofrecer otra panorámica.

¡Endeudarse es un riesgo, pero tiene un límite, incluso para los bancos!.

Todo ello nos confirma que la única garantía para el sistema es en el fondo el propio sistema: por su capacidad de asumir riesgos y de digerirlos en sus intestinos.

Otro de los novedosos contingentes de riesgo para sobrellevar el aumento de los precios ha sido la ampliación de los plazos de amortización. El capitalismo se ha socializado al compartir la propiedad de los bienes, que pasa previamente por asumir la titularidad de una deuda desde lo particular. Endeudarse es el paso previo a la propiedad. ¡Bienvenido al club!.

Pero la viabilidad de este sistema se alimenta al poder pagar hoy con aquella renta que produciremos mañana. Luego debe asegurarse estabilidad económica y social para poder amortizar la deuda que hemos contraído al disponer de bienes por encima de nuestras posibilidades económicas actuales. Pero, además pesan otras incertidumbres para que así sea: el agotamiento de los recursos energéticos y la improbable adaptación global a nuevas fuentes de energía, lo que sin duda traerá importantes fenómenos especulativos en ese mercado; los imprevistos desequilibrios medioambientales y sus consecuencias sobre la oferta y la demanda en determinados bienes,etc.

¿Qué garantías reales hay de amortizar un montante global de endeudamiento a 30 años que supone el 75% del PIB, con altas tasas de inestabilidad laboral, aumento paulatino de los intereses sobre la deuda, previsibles déficits energéticos, bajo crecimiento económico, inflación no contenida, etc?.

Debemos empezar por considerar que la cultura de la especulación ha ampliado sus horizontes y que junto a los fenómenos que le son inherentes: acaparamiento o detracción de bienes, maquinación fraudulenta para alterar el valor o precio de las cosas, ha de señalarse también la importancia que ejercen los particulares sobre determinados ámbitos, como por ejemplo el de los bienes inmobiliarios.

Por todo ello es entendible que la especulación sea el juego de moda, el juego de una sociedad en decaída senil, que tiende a la satisfacción de la ansiedad que produce el vértigo.

Ante esta situación las medidas adoptadas durante estos días por el sistema para evitar su derrumbe han sido suministrar más presión, aumentando la circulación fiduciaria para facilitar la liquidez en las entidades financieras y por ello confianza en el corral, con la idea de que esta presión-riesgo es lo que puede evitar el colapso. Una forma de combatir el fuego con el fuego. El mismo esquema que el utilizado en la guerra fría: la disuasión. Es tan alto el riesgo de que el desplome sea un caos sin precedentes que ese mismo riesgo ejerce de elemento estabilizador.

Pero el dinero creado debe ser respaldado por bienes o servicios reales para obtener su VALOR. ¿Y que respalda a ese dinero sino la confianza?.

Un crecimiento fundamentado en el endeudamiento trae como consecuencia que la revalorización de la inversión sea menor que los intereses que se cobran por los créditos obtenidos.

La inversión en ladrillos no es una inversión productiva sino especulativa. Y hoy por hoy el cuento de que los mercados se encargan de mantener a raya a la especulación es la gran falacia, cuando es todo lo contrario. Se nutren de ella.

Desde luego que cuando voces desde todos los ámbitos piden tranquilidad y aseguran estabilidad la cosa es más que preocupante. Vivir por encima de las posibilidades de cada uno es un riego personal, pero si sumamos, el riesgo es social, es global.

Cuando los grandes bancos han vendido en los últimos meses su patrimonio inmobiliario, que era su pasivo, han puesto en evidencia que ese ya no es un valor seguro.

A corto plazo la solución para amortiguar el descalabro es contrarrestar la falta de liquidez y la pérdida de los depósitos establecidos en las Entidades Bancarias a cambio de no pagar las deudas contraidas. Nadie paga: ni los particulares a los bancos, ni los bancos a los particulares. Aquellos que estén endeudados saldrán ganando, aquellos que no lo estén serán sospechosos de no participar de la bacanal y no podrán cobrar o recuperar sus ahorros.

¿Si estamos pagando los costes de vivir hoy con lo que produciremos dentro de 30 años, con qué vamos a pagar el coste de vida de entonces?. ¿Quién avala esta operación?.

Todo hace pensar que el sistema depende de un hilo llamado confianza. Si prende la llama del pánico abróchense los cinturones.

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