MÁS ALLÁ DE LA IRA
Según los estudios
recientes sobre las condiciones de la población, en España se están
profundizando las desigualdades sociales en todos los ámbitos
(*)(**)(***), etc.
Lo que entendemos
por liberalismo económico, o el ahora llamado neoliberalismo, se
fundamenta precisamente en ello, en mantener o profundizar en el
estado "natural" de las cosas, que no es otro que el de la
desigualdad, el de los fuertes frente a los débiles... En cualquier
caso en NO contrarrestar ese "espíritu" cainita que
subyace en la esencia de la especie Homo Sapiens.
Hasta ahora esta
corriente de dominio económico y político se protegía en
determinados países, Estados, en los que residía su soberanía.
Occidente amortizaba así parte de los réditos de sus negocios,
manteniéndose unas sociedades en equilibrio, lo que se traducía en
igualdad de las condiciones sociales para sus poblaciones. Los
llamados "estados del bienestar" en Europa fueron su
expresión genuina. Hoy, en la nueva era de la globalización, ya no
hay ubicación física tangible que se haya de preservar, por lo que
no tiene justificación mantener un estatus social a consta de
pérdida de beneficios. El capitalismo ha vencido, se ha
universalizado y ahora la competencia solo reside entre sus propios
socios, ya no hay ningún otro sistema que le plante cara, sólo esos
pequeños focos, que el propio sistema crea para evacuar los
excedentes de armamento que produce y experimentar nuevos modos de
control social a través del miedo, siquiera lo virulenta.
Estamos, con todo
ello, a las puertas de otra Edad Media con indudables diferencias en
cuanto a sus causas con las dos anteriores pero, también, con
suficientes similitudes en sus consecuencias. Un velo de oscuridad
nubla hoy los horizontes para millones de personas en el primer
mundo, que se suman a los otros tantos millones en el resto del
planeta que ya padecen hambre y miseria. Con ello el tránsito se
hace fatiga en el sobrevivir de cada día para millones de personas
en Europa, personas que ahora padecen también la globalización de
la miseria.
De ahí que
comiencen a aparecer respuestas personales y colectivas cargadas de
ira, que no es otra sino la antesala a conflictos locales más
contundentes y que no es sino la legítima respuesta a la agresión
premeditada que ejerce la minoría que detenta el poder económico y
político y que, a sabiendas, actúa en contra de la gran mayoría de la
población europea.
Es en este contexto,
en el que los "regímenes políticos democráticos" se
traducen en coartada que justifica y ampara la esquilmación de los
Estados y la pobreza de sus poblaciones, la connivencia de los
partidos políticos con esa minoría dominante es absoluta, pues son
ellos los encargados de ejercer los recortes económicos que el
capital exige. Ahora se comprende mayoritariamente que todo el
"bienestar" y "progreso" de los países del sur de
Europa durante los últimos 25 años, basado en el crecimiento económico, ha sido posible
fundamentalmente por la deuda privada que se contraía con la Banca
de Alemania y Francia. Deuda que se contrajo para vivir entonces un
"presente fastuoso" a consta de un "futuro incierto"
al que ya hemos llegado. Si, creíamos que comprábamos "progreso" pero
realmente lo que nos vendían y adquiríamos era incertidumbre.
Pero volvamos
a la respuesta ante la situación actual, pues la pregunta se
formulará con posterioridad a lo que ocurra... La Unión Económica
que sostiene al Euro se fundamentó durante años en el
empréstito desbocado para financiar la llamada "Convergencia europea",
que justificó en gran medida los Fondos Estructurales y los Fondos
de Cohesión, mecanismos ambos diseñados para contribuir
al equilibrio, la estabilidad y la confianza mutua de los Estados.
Hoy estos fondos han visto reducida drásticamente su consignación,
dando paso a la desconfianza y la incertidumbre, como se demuestra en
la aprobación del presupuesto anual de la Unión, que consensuado
con antelación contiene, curiosamente, cláusulas de salvaguarda y
condicionalidad ante una posible revisión para no incurrir en déficit.
Con todo ello el
aumento de las desigualdades entre los Estados del norte y el sur son
complementarias con el aumento de las desigualdades propias entre las
poblaciones de cada Estado mediterráneo. Ya no hay por tanto un camino hacia
la convergencia sino, por el contrario, una evidente confluencia
hacia la desigualdad, lo que se traducirá en una inevitable fractura
social y por ende política tanto en cada Estado afectado como entre el Norte y el Sur de Europa. La denuncia al respecto en estos días de uno de los fundadores del
Euro, Oskar
Lafontaine, es ilustrativa.
Efectivamente, hasta
hoy ningún partido de los países asolados por la crisis de deuda ha
asumido la posible salida del euro como respuesta a las draconianas
condiciones impuestas desde la troika (Comisión Europea, Banco
Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) para amortizar tanto los
créditos recibidos como afrontar el coste de los endeudamientos
presentes. Esto ocurre porque todos ellos participan del "negocio
comunitario" conformando la estructura de poder ejecutivo que
hace viable su propia sostenibilidad a consta del estrangulamiento de las
respectivas poblaciones. De hecho, no hay ningún partido político
con representación parlamentaria en los países del sur de Europa
que haya dispuesto su estructura, su organización, su militancia, para ayudar
directamente a la población, lo que evidencia que su acción
política es perversa en referencia a las cartas constituyentes en
las que se fundamenta, atendiendo exclusivamente a sus intereses
corporativos en su competencia para conquistar el poder, a
consta del electorado. Sólo el partido "populista" de
extrema derecha griego "Amanecer dorado" ha
emprendido acciones en este sentido en busca de aumentar su
implantación social y su cuota de representación cara a un próximo
futuro electoral.
En este contexto, ¿por qué
ningún partido político en España se plantea la salida del Euro?.
Por parte de "la izquierda orgánica", el PSOE hoy en la
oposición, quizá se deba a la creencia en que la alternancia cumplirá con la ley pendular y con ello, más pronto que tarde,
volverán a disponer de la "autoridad", del poder, para
continuar la labor que otros les dictan (la Troika). Por su parte, "la
izquierda de clase", IU, presupone que mejorarán mucho sus
resultados porque no hay otras fuerzas que puedan condensar en votos
el gran descontento social que existe y, para ambas fuerzas, también puede ser un referente, que el marco
estatutario europeo es el garante para impedir alguna posible involución política
que pudiera producirse de nuevo en este país si estuviéramos fuera del
Euro, fuera de Europa, sin percatarse de que precisamente la
involución viene hoy directamente desde ella. Por su parte, la derecha simplemente no se
lo plantea porque ocupa extensamente el poder, aglutinada en esa caverna
llamada Partido Popular, en el que pernocta la extrema derecha en
posición dominante junto a los rescoldos neoliberales del centrismo postfranquista, motivo por el
cual no existe hoy en España un partido de extrema derecha como en
Grecia o Francia. Pero asimismo tampoco en los movimientos ciudadanos se plantea
siquiera esta cuestión, en gran medida, porque su foco de atención recae sobre
las propias instituciones del Estado, los partidos políticos y la
Corona, aquejados de la implacable corrupción que han generado y que
tarde o temprano, ¿pasará factura más allá de la IRA?.
(*) Informe FOESSA 2013
(**) ABC 17/03/2013
(***) El País 30/03/2013
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