Consideraciones humanas sobre cuestiones inútiles, innecesarias e imperfectas de la profesión atea. Compartir lo efímero, testimoniar lo disoluto, aullar ante el silencio. Aulla! Aulla!

9/12/2007

EL REY DEL POLLO FRITO ...

... no para de comerse paraguayas. Desde que lo conocí en un concierto en Carabanchel, cuando todavía no distinguía una cerveza de un biberón, me pareció un niñato irreverente con los débiles y asustadizo ante los poderosos. Esa noche se llevó varios botellazos, no pudo acabar el concierto y empezó a labrar su fama desde un estilo ciertamente masoquista pero provocativo. Otro día, si no llega a ser por la platea, El Muelas se lo hubiera merendado en el escenario del teatro Barceló, en un concierto que organizaba Paco el Gitano.

Usaba el color negro, pero cercano a lo paramilitar y muy alejado de lo anarcoso, mientras jadeaba escondido tras sus gafas de sol imitaciones al punk, que entonces despertaba entre nosotros, y que tenía a este imberbe como uno de sus representantes más destacados, junto a Alaska, la cara oculta y casposa de este sarao, que se caracterizó no por despotricar contra la corona o las instituciones, sino por integrarse a través de la llamada “movida”, una cosa que ya estaba muerta desde que Tierno lanzó aquel exabrupto antes de morir, y que se certificó cuando saltó a los periódicos en los 80 como la grand bluff de la cultura madrileña. Esos fueron los despojos del caballo que alimentaron a un sector cultural que no tenía referencias y que no estaba dispuesto a crearlas.

El pollo frito encontró su posición cuando optó por la militancia del pesebre. Se paseaba por la bodeguita entre los chistes de Coll y los poemas que plagiaba de Verlaine. Salpicaba con alguna que otra ocurrencia a los bonsáis de González, y alguno de ellos se mustió de incontenible hilaridad. En pago a su desdén cortesano y a su verborrea se le concedieron dádivas a través de TVE, con aquél programa sobre palabras que tanto contribuyó a señalar lo analfabeta de nuestra sociedad, allí brilló de aburrimiento hasta que alguien tiró de las audiencias y lo quitó por honestidad con los publicistas. Y todo a pesar de que este mocoso seguía dando de hostias a cualquiera que le pusiera un micro por delante, o le preguntara alguna cosilla fuera de tono. Con eso quizá quisiera tener la popularidad de tipo con mala leche que el programita no le reportaba. Luego, pasó una época de oscuridad durante las legislaturas peperas, evacuando poemas malos y disfrazándose de maldito para volver al rock, pero para versionar y rendir culto a su propia personalidad junto a unos cuantos lacayos. Se atrevía con temas de Morrison o de Mick, cultivando lo ridículo como en sus mejores tiempos.

Pero había que continuar en el pesebre, y, como no, recabó y pidió sitio en la Sociedad General, reino de El Canario, un maestro del cambalache y del peseteo. ¡Cuidado con el backstage que viene er Canario, se decía en los 70 allá por Bilbao!. Aquí nuestro pollo se ha atrincherado, trincando bien, a lo suyo y ayudando a este club de putos mustios a continuar con la carrera. Y en esas está, repartiendo hostias y pleiteando cuando alguien le tira la botella que él desde 1978 pide que le lancen. No hay manera y mira que se lo merece, pero es una pena que todavía en tantos años no haya habido nadie que le haya partido la cara públicamente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que yo pienso del rey del pollo frito es que tiene un ataque de cuernos desde que en el Viñarock de hace un par de años lo pusieran en su sitio.No tuvo huevos de salir a tocar con bandas potentes.Y este pobre burgués ejecutivo que se las dió de ídolo del punk-rock en los años de la movida, ahora no es absolutamente nadie.¿ Pero quién se va acordar de semejante personaje cuando quieras bajarte un poco de buena música de la red ? También la tuvo con Joaquín Sabina.Pero eso ya es harina de otro costal. Lo de la Sgae es criminal.El Sr.Teddy Bautista debería empezar a tocar ahora y sentir la sangría del Ente

Anónimo dijo...

Lo que yo me pregunto es ¿por qué se le presta tanta tintada atención a este indivíduo? Es lo único que puede despertarme cierto interés; la moralizante expiación subyacente del crítico, identificado en su fuero interno con el criticado.
Lo propio de los monos es trepar, como lo hagan -el estilo- es otra cosa.