Consideraciones humanas sobre cuestiones inútiles, innecesarias e imperfectas de la profesión atea. Compartir lo efímero, testimoniar lo disoluto, aullar ante el silencio. Aulla! Aulla!

5/27/2011

CONSECUENCIAS Y CAUSAS

Una vez pasada la parodia de unas elecciones que han sido de todo menos municipales, los analistas-tertulianos de los abrevaderos de la mansedumbre escrutan y valoran unos resultados que lo único que constatan es el miedo, con el que gran parte, pero no toda, la ciudadanía asume el presente y encara su futuro.

El giro a la derecha en el voto de todos los países europeos sin excepción, en todas y cada una de las parodias electorales que se representan, muestran curiosamente que sólo ofrecen garantía de seguridad los ayudantes de los pirómanos que han provocado esta situación. Esto enseña, además, que no hay una alternativa en la gestión política de la llamada crisis, no hay una política explícita de izquierda que encare desde el poder político al poder económico global, siquiera en el ámbito nacional. Los países mediterráneos, salvo Italia, junto con Irlanda, son los principales protagonistas del desmoronamiento de un sistema económico eminentemente especulativo.

Volviendo al ruedo, no nos sorprende que la izquierda orgánica en el poder cumpla con creces las expectativas que generó para compartir el pesebre, y como, una vez que recibe en forma de castigo, de derrota electoral, su privilegiada posición de poder, en vez de reconocer su error "en la gestión de la crisis" simplemente se parapete en echar la culpa a la magnitud de la misma.

La falta de crítica interna, la imposición del aparato para entronizar a un nuevo candidato para unas  próximas elecciones, vendiendo lo que no es más que inmovilismo como proceso democrático en unas primarias virtuales, junto al rechazo a profundizar y revisar los planteamientos que sustentan toda la línea política neoconservadora con la que se gobierna, evidencian el agotamiento de este proyecto político, y que se constata en que ha perdido el poder en todos sus feudos- las comunidades autónomas- en las que gobernaba; y que en Andalucía, uno de sus mayores graneros, se ha evidenciado que lo perderá cuando se celebren allí sus comicios. Igualmente, ha perdido el poder en todo el ámbito Local - ayuntamientos- de casi todas las grandes ciudades del país. Esto, unido a la previsión de fracaso en las próximas elecciones generales, dibuja un panorama cuanto menos desalentador para su militancia y sus fieles votantes. No sería extraño que aparecieran escisiones, o que se crearan dos o más corrientes beligerantes por el control del partido cuyas consecuencias se pueden ya intuir.

Igualmente, no puede sorprendernos que la coalición de Izquierda Unida no haya recuperado en número de votos todo el descontento producido en la izquierda no militante y, también, de entre la cada vez más importante fuerza de los ciudadanos conscientes e indignados con el pastoreo político, que protagonizan en estos días los movimientos y acciones por casi todos conocidos. Y no lo hace porque, en esta organización, se mantienen los modos stalinistas, la prepotencia del PC sobre todos los bienintencionados que aspiran a una pluralidad en el seno de la coalición, la gerontocracia en sus candidatos y representantes, la connivencia con Comisiones Obreras -su brazo sindical- para desactivar, en la práctica, las exigencias de muchas personas: parados (32% la media en el conjunto del Estado), los trabajadores en precario, el 43% de jóvenes en paro, y como no también por las corruptelas de algunos de sus candidatos (Sevilla).

Por otro lado, el pequeño aumento y la dispersión del voto entre partidos minoritarios (Upd, verdes, regionalistas, o nacionalistas, etc. -salvo el caso Bildu-) sólo responde a la petición de llamada de ese movimiento de indignados que cuestionan pacíficamente la organización democrática que padecemos, que, junto con la abstención activa, el voto en blanco y el voto nulo, puede llegar a conformar, si ese movimiento se organiza y cohesiona, una fuerza política -no formalizada como partido-, que cuestione las arbitrariedades, los incumplimientos y el despotismo de los partidos políticos mayoritarios.

No se desprende de estas elecciones que el triunfo de la derecha (PP) sea por méritos propios, ni siquiera por su forma de ejercer la oposición, ni por su oferta alternativa -que no existe-, sino que, como casi siempre, la victoria se fundamenta en el hundimiento previo del oponente.

Todo ello, en conjunto, representa no lo que piensan algunos de los intelectuales más díscolos con el sistema, un panorama tenebroso para los próximos años, sino por el contrario, la posibilidad de "cambios reales", de control efectivo desde la ciudadanía del despotismo político, de la progresiva disolución de un bipartidismo obsoleto, del ejercicio político desde otras instancias fuera de las institucionales. Porque, lo que hoy aparece como consecuencia de una gestión indecente de una crisis, mañana se verá reforzado por la impericia e inviabilidad para que la derecha cambie un ápice el rumbo dadas  las exigencias de los mercados, adoptando, por el contrario, más medidas injustificables e impopulares, siendo todo ello la causa que nos una para modificar radicalmente las reglas de juego.

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