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7/26/2011

LA PRESUNCIÓN PERVERSA DE LA INOCENCIA

Es curioso, cuanto menos, observar como, en apariencia, los "detalles insignificantes" que colorean los delitos son a su vez aquellos que ejercen la potestad de desencadenar reacciones imprevistas que provocan desenlaces anticipados.

Es el motivo de los "trajes" en el caso de corrupción generalizada llamado Gurtel y que sacude, en esta ocasión, a la derecha española. No son las comisiones económicas, ni la financiación irregular del partido, lo que ha precipitado una crisis política todavía hoy de incalculable calado. Pero lo interesante de esta tramoya es cómo se intercambian la condición de culpable e inocente en un discurso perverso, vinculado al motivo último invocado para resolver, mediante una dimisión presidencial en la Comunidad valenciana, una crisis política en el ámbito estatal, queriendo servir de cortafuegos de toda la corrupción que hay en esta amplia trama.

Así, el PP perfila como estrategia de defensa la posición de "Declararse culpable pero continuar en el cargo político", esperando una multa como sanción y confiando en que la opinión pública, que ha refrendado hace dos meses en las urnas al señor Camps por mayoría absoluta, lo entienda e incluso lo aplauda. Es el camuflaje de la "honestidad" para encubrir la podredumbre política.

Pero, inesperadamente, la opción elegida y adoptada por el presidente Camps ha sido la contraria, la de "declararse inocente pero dimitir en su cargo político", esperando un juicio con juzgado popular que le exculpe de todos los cargos atribuidos, y quien sabe si, a partir de ahí, lo encubre a los altares. Estaríamos entonces ante una respuesta de orgullo altanero de un reprobado por "honesto".

Y todo ello se ha representado en un discurso que evoca la finalidad última de esta actuación, como un sacrificio por responsabilidad, que se produce como una deuda condonada hacia el candidato Rajoy a presidente de gobierno, a España y al partido popular. Todo un esperpento casposo para encumbrarse como víctima de un sacrificio.

Pero, detrás de este teatrillo de bodeville podemos entresacar lo siguiente:

1º El señor Camps ha contravenido órdenes y denostado la estrategia del Partido Popular en el ámbito Estatal, estrategia que intentaba evitar en lo posible que la causa de "los trajes" pudiera tener consecuencias de cara a las próximas elecciones generales. De ahí que se le pidiera desde Madrid declararse culpable ante la justicia, asumir la pena impuesta por cohecho (sanción económica) y evitar el juicio con juzgado popular, que en representación ciudadana pudiera declarar su culpabilidad, restaurando la ética y la igualdad ante la ley, lo que podría, por contagio mimético, modificar la consideración de inocente para muchas conciencias ciudadanas. Porque, de lo que se trataba era de evitar que se subjetivara un hecho objetivo, de que no se juzgue a la persona, sino se repruebe una conducta.

2º El señor Camps, declarándose inocente y hasta llegado el juicio, ha decidido concentrar en él todo el victimismo posible, confiando en que ese juzgado popular no le considerará culpable, en principio por simpatía mimética, pero, sobre todo, por su sacrificio político al renunciar a su cargo de Presidente de la Generalato. Pues, ya ha pagado con creces por su conducta, con esa renuncia a la presidencia, la posible pena a imponer. De este modo puede preservar su futuro político si es declarado inocente como él prevé.

3º Las apelaciones de responsabilidad del señor Camps señalan, no por qué o por quién se ha tomado esa decisión, a quién se sacrifica (Rajoy, España y el Partido Popular) sino, por el contrario, a quien y a qué irá dirigida su acción política cuando sea absuelto como persona en el juicio, a pesar de que su conducta sea reprobada.

Con todas estas decisiones y su previsible desenlace se puede apreciar el grado de perversión política y decrepitud moral que vive la sociedad española. Cómo para conseguir minimizar los efectos de la corrupción generalizada, por la que atraviesa el país en todos sus órdenes, se quiere habilitar la "inocencia política" asociada a la "culpabilidad judicial", cómo se pretende mantener la inocencia personal, el honor, a cambio de una defenestración política estratégica, y la simple reprobación de una conducta..

El mundo de las apariencias se supera a sí mismo y aquellos que se creen engañados, ninguneados por los políticos corruptos, los absolverán en juicio popular. Las conductas serán reprobables, pero al estar generalizadas, deben ser absueltas. No se juzga a quien las comete sino el hecho en sí. Y éste desaparece cuando uno se presenta como víctima y no verdugo. El señor Camps lo sabe y lo promueve y por ello actúa en consecuencia. Su decisión reivindicativa de una inocencia perversa lo hace para sí y por nadie.

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