Consideraciones humanas sobre cuestiones inútiles, innecesarias e imperfectas de la profesión atea. Compartir lo efímero, testimoniar lo disoluto, aullar ante el silencio. Aulla! Aulla!

10/23/2013

DISTANCIA / PERSPECTIVA

Maurits Cornelis Escher

“La rebelión que tiene en cuenta la realidad se convierte en la marca de quien tiene una nueva idea que aportar a la industria” 
(Th.W. Adorno)


 La percepción de lo que ocurre no se distorsiona por la distancia desde la que se observa sino por el ángulo desde dónde se enfoca. Toda nuestra percepción de “la realidad” se encuentra mediatizada a través de la información y, con ello, cualquier análisis que pueda realizarse sobre la misma, de tal forma que la crítica que se realice sobre el sistema que ejerce el dominio tiende a frecuentar espacios de rebelión en el discurso pero, a su vez, prácticas de conformidad en el comportamiento. De este modo, ante algo novedoso, se recurre al síntoma, al significante, al estereotipo como instrumento para asimilar lo que aún no se comprende. Es simple, deglutimos en vez de rumiar y con ello banalizamos a priori. Por ello y con independencia de la distancia que tomemos o del ángulo que escojamos para nuestro análisis, la comprensión se circunscribe a un modelo preestablecido, bipolar, sectario o maniqueo que, si lo referimos por ejemplo al ámbito político, se desmenuza en una única cuestión previa: ¿son de “derechas” o son de “izquierdas”?. Así, la ideología prevalece o se antepone a los hechos y, de este modo, el argumentario tiende a buscar su identidad en el concepto y no en lo sustantivo, en el significante y no en el significado, en el mensaje y no en el acontecimiento. Es así como suplantamos las partes por el todo, las estrellas por el firmamento, algo parecido a los juicios que emite el analista mental al calificar a una persona, erradicándola de antemano, cuando espeta: “ahí va una esquizofrenia”. Es en esa indistinción del sujeto en pro del objeto lo que caracteriza entonces al juicio, como cuando buscamos la propia identidad en la diferencia en contra de lo que nos asemeja.

Es en este sentido como el sistema de dominio, a través de su “industria política y mediática”, requiere de nuevos productos que nunca lleguen a colmar las necesidades que él mismo produce. Y así, ya sea a través de una alternancia generacional en las propias filas de un partido político o por la aparición de “nuevas” propuestas, marcas, en el mercado electoral, en cualquier caso, éste mantendrá la oferta suficiente para estimular la debilitada demanda que en la actualidad hay de estos productos.

Porque hoy lo más destacable por coincidente en cualquier análisis, aportado por las consultoras de opinión en sus proyecciones, es la manifestada abstención, que constata la profunda desafección social respecto a los políticos, considerados cada vez más por la población como origen del problema y no como parte de la solución. Con ello, lo que se cuestiona en el fondo no es el pronóstico sobre quién gane o pierda, suba o baje su expectativa de intención de voto, sino el propio sistema en su conjunto como instrumento pantalla para ejercer el dominio y producir dolor.

En efecto, mayoritariamente los ciudadanos se encuentra indignados y hartos ante la corrupción generalizada en todos los estamentos institucionales, tanto públicos como privados, corrupción hasta hoy no castigada ejemplarmente por la judicatura a pesar de los procesos abiertos en curso. Porque el modelo “corruptivo” español alcanza a todas las esferas sociales, descollando la profesionalización de la picaresca en cualquier corporación o desde cualquier administración; al igual que también ocurre en el intercambio cotidiano de mercancías y servicios, impregnando de un barniz de incoloro-taimado a toda la sociedad. Este es el método por extensión que se ha impuesto sobre cualquier otra forma para garantizarse la vida, esa es la raíz sobre la que se asienta nuestra cultura económica y de intercambio, el tegumento moral: redes de corrupción interdependientes que se protegen por su proliferación, ubicadas en todos los espacios y que afectan a todos los estamentos.

Ante ello empiezan tímidamente a florecer “flores de papel”, que pretenden dar respuesta a esta situación de intoxicación generalizada. Así, si prescindimos de los partidos hasta hoy mayoritarios, dichas propuestas en unos casos comienzan a materializarse como en la del PartidoX, presentado recientemente en una especie de operación que quiere patrimonializar para su causa, en lo posible, todo el descontento social existente. Una propuesta promovida por un grupo de ciudadanos sin nombre, que diseñan desde su propia red las bases de un programa político, que se sustenta en dos pilares, “la profundización democrática” y un “plan de emergencia contra la crisis en beneficio de la ciudadanía”. Cuenta con personas que vienen realizando una importante labor beligerante contra las redes de corrupción así como el apoyo de expertos electorales que atisban una "oportunidad de mercado”, parecida a la dispuesta por Beppo Grillo en Italia o Syriza en Grecia,  pronosticándole 1.200.000 votos para las próximas elecciones europeas. Cabe, no obstante, objetar que su presentación no ha significado romper con el oscurantismo en su formulación, su necesaria apertura social, manteniéndose por hoy en el cenáculo de sus fundadores el secretismo más absoluto sobre la elaboración de propuestas programáticas, la búsqueda de la confluencia con otros movimientos sociales emergentes o la participación efectiva de posibles simpatizantes anónimos. Dicen que “están trabajando aunque no se les vea”(¡!). 

Por otro lado, la “izquierda orgánica” (IU) está ilusionada con realizar el “sorpasso” y dejar al PSOE como tercera fuerza parlamentaria. Para ello intenta cooptar todo ese descontento e indignación social a través de vincular a sus propuesta, de cara a las venideras consultas electorales, a otras fuerzas políticas como EQUO u otros partidos de izqda. que operan localmente en las distintas autonomías. Así mismo, a través de una estrategia envolvente, se pretende impulsar distintas plataformas ciudadanas como “Frente Cívico”, “Convocatoria Cívica”, etc. a fin de "atraer a la calle para llevarla hacia la política”, cuando en realidad lo que la calle demanda es que los políticos de izquierda dejen sus poltronas y salgan a la calle.

En cualquier caso, bajo este prisma, si pudiera haber una viabilidad política alternativa mayoritaria a la gestión neoliberal que realizan los partidos políticos al uso, sean de “izquierda” o de “derecha”, pasa ineludiblemente por superar en su programa político esa dicotomía a la hora de poder atraer mayoritariamente a un electorado desencantado. Porque, no se trata de refundar “la izquierda”, se trata de dar respuesta concreta a las necesidades de la mayoría de la población del país con un programa político viable, que sume y que impida que se vuelvan a instalar en el poder las mismas prácticas que ahora hay que erradicar. Una opción que debe construirse superando el odio fratricida, el sectarismo ideológico y el maniqueísmo inoperante y que, a su vez, pueda ser la única opción que garantice que no se produzca el posible pacto PP-PSOE para mantener, tras las próximas elecciones generales, el actual status quo. 

Bajo otra perspectiva, las personas y colectivos sociales impulsores de las movilizaciones del 15M mantienen aún abiertas sus expectativas en este debate sobre la conveniencia para sus propósitos de participar o no en política a través de los partidos o, por el contrario, de hacer política activa desde la calle, como una forma de oposición constructiva ciudadana al propio sistema, sin necesidad de participar orgánicamente en él. Una disyuntiva que puede llevar a la división en su seno y, por ello, a su debilitamiento si primara por algunos de sus componentes la opción de auparse al carro político para obtener exiguas cuotas de poder, diluyéndose con ello en parte la esencia de sus movilizaciones o, por el contrario, mantener la unidad para conformar su fuerza por la renuncia explícita al espacio político de los partidos, aumentando con ello su capacidad de convocatoria y de ofrecer y compartir respuestas a los problemas concretos de los ciudadanos, despreciando el gasto inútil de energía en proyectos sectarios tribularios siempre del poder y recurrir, por contra, al apoyo mutuo, intentando cambiar a corto paso la propia vida, en el pequeño espacio que uno y su circulo cercano abarca, estableciendo otros modos de relación y colaboración ciudadanos, sin delegar la responsabilidad, afirmando y no negando por el placer de comprometerse, desbaratando ese solipsismo de que “para cambiar la sociedad hay que conquistar el poder” que, a la vista de lo acontecido en los últimos 100 años, se convierte en su contrario, al haberse perpetuado en él modos absolutistas o totalitarios de dominio sobre la población ... por una minoría que no la representa.

2 comentarios:

Inma dijo...

Excelente reflexión, que suscribo palabra a palabra. Graciasss

Un beso grandote

TRANSIDO dijo...

A tí por compartirla Inma.