Consideraciones humanas sobre cuestiones inútiles, innecesarias e imperfectas de la profesión atea. Compartir lo efímero, testimoniar lo disoluto, aullar ante el silencio. Aulla! Aulla!

10/23/2006

BOTELLONA


BOTELLONA Y DERECHOS INDIVIDUALES

"Tenemos una juventud sana. Son pijos y consumistas, como lo son sus padres. No han vivido más que la cultura del consumo".
Enrique González Duro


¿Asistimos, en un tira y afloja sobre las cuestiones de urbanismo social, a una toma de decisiones activa por parte de los responsables políticos en materia de salud ambiental?.

¿A qué obedece esta actitud tan beligerante socialmente en las cuestiones de tabaco y alcohol por parte del Ministerio de Sanidad y Consumo?.

En primer lugar por la "indisposición ejecutiva" de la política del Estado, que a falta de competencias de gestión, descentralizadas en las Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales, tiene como vector en su acción el establecimiento normativo a través de Leyes Marco, que otros deberán ejecutar. Esto permite, a tenor de lo acaecido en estos dos ejemplos, legislar sobre la base de criterios cercanos a la sensibilidad de la mayoría de la opinión pública en el caso de la botellona, y de coherencia en una política de rigor, tanto preventivo sobre la población no fumadora, como de reducción del coste sanitario motivado por enfermedades derivadas del consumo de tabaco. Todo ello frente a otras medidas de prevención, que suelen ser las solicitadas para estas ocasiones, y que en general suelen ser el apósito para no enfrentarse a unas conductas de riesgo que han cobrado una significativa dimensión.

Si bien ambos son temas con un tratamiento diferenciado es oportuno clarificar algunos extremos referidos al alcohol con datos de 2005.
  • El alcohol es la principal substancia psicoactiva más consumida en España, entre los 16 y 44 años. Siendo la más prevalente entre 21 a 24 años en un 84 %.
  • Aproximadamente de la población que es bebedora moderada y abusiva (52%), los jóvenes entre 12 y 20 años representan el 26%.
  • El 13% de los jóvenes entre 16 a 20 años es bebedora abusiva en fin de semana.
  • La edad media de inicio son los 16 años, descendiendo con respecto a años anteriores, aumentando el consumo medio de los bebedores que participan en botellón (45,5 ml) el doble a los bebedores que no participan (41 ml).
  • El consumo de alcohol va asociado al consumo de otras sustancias, potenciando los efectos cruzados entre ellas, lo que se convierte en una conducta de alto potencial de riesgo.
  • El consumo abusivo de alcohol tiene una alta incidencia en causas de muerte u otras secuelas físicas originada por accidentes de tráfico.
  • El consumo de alcohol está asociado a conductas de ocio estandarizadas, que afectan a cada individuo, pero que se realizan de modo grupal o masivo.
  • El consumo de alcohol en masa, o la denominada botellona, incide y contamina el medio ambiente urbano, con ruido y basura.
  • Estas son algunos datos que pueden justificar medidas como las que va acontemplar la Ley que se avecina sobre la botellona.

Pero curiosamente lo que ha desatado la polémica y ha dado origen a una norma en esta materia, que será sin duda restrictiva, ha sido la última de las expuestas: la contaminación ruidosa, las molestias vecinales en las noches de insomnio de invierno y verano, las micciones colectivas, la basura y el detritus de los hijos de la libertad.

Luego, se irán añadiendo todas las demás, para cualificar la justificación de una Ley que se promulgará desde un Gobierno de izquierda, pero que también será criticada en su mismo seno, desde las periferias, con el argumento de que dicha norma, junto con la ya aprobada del tabaco, conculcan derechos individuales de las personas. Dos posturas con estrategias diferentes: intervencionista y "activa" desde el Ministerio, con propuestas restrictivas que generan controversia y pueden tener coste político, y otra "pasiva", no restrictiva basada en un "dejar hacer social", con escasa controversia y por tanto coste político.

Haciendo un poco de historia hemos pasado del despliegue de poder en forma autoritaria ejercido por el Estado, que reprobaba e impedía cualquier conducta individual o de grupo disidente que cuestionara la oficialidad en cualquier de sus facetas, a un despliegue de poder que, con independencia de la corporación que lo ejerza (sectores empresariales, multinacionales, lobis bancarios o los mediáticos de la comunicación), realiza, a través de la publicidad, el modelado de conductas adictivo-compulsivas con tendencia hacia la insaciabilidad, lo que genera por las evidentes frustraciones que procura conductas impulsivas, que se manifiestan en actitudes incívicas, violentas, insolidarias, asociales, etc., y que se ejercen en grupo o en masa.

Ante ello cabe dar una respuesta, pues la resistencia frente a la masa organizada sólo puede ofrecerla quien en su individualidad está tan organizado como ella. Y hoy, esta individualidad sólo puede garantizarla el Estado so pena de convertirse, en caso contrario, en amparador e impositor de una actitud de fascinación que alcanzan las masas a través de modelos de expresión modelados por sectores productivos mediante la publicidad, en este caso referido a la botellona.

Ser masa significa distinguirse sin hacer distinción alguna. La indiferenciación es lo que producen las masas y ahí prende fácil la consigna. Hoy en día la cultura marca todo con el signo de la semejanza, sólo por eso hemos pasado de ser una masa densa o molar a una abigarrada y molecular.

Por ello lo que se plantea en esta Ley: las restricciones a la venta de alcohol a menores, responsabilidad subsidiaria de los padres, la prohibición de consumo antes de los 18 años, prohibición de celebrar botellonas en las plazas y calles para menores de edad, ¿son medidas que restringen los derechos individuales?. O más bien, ¿podrían ser medidas tendentes a garantizar y protejer ese mismo derecho a la salud, y colectivo, sobre la esfera ambiental urbana tan contaminada acústicamente en las ciudades.

Es plausible que hoy el Estado no puede ocupar, por ejemplo, el papel que en otro momento ejerció la religión: resarcir a las masas de la pérdida que supone la renuncia a sus "instintos" exigida por la vida social, como ya expuso Giambattista Vico a principios del siglo XVIII. Por el contrario, si puede ejercer su acción bajo reglas transparentes y racionales, estableciendo los límites para ordenar aquello que de mutuo acuerdo no pueden acordar sus ciudadanos.

También habrá que arbitrar otras medidas, en este caso complementarias, de prevención y de información que podrán ser evaluadas dentro de unos años, siempre y cuando se dispusieran los medios para que el sistema educativo pudiera asumir esta tarea con cierta expectativa de eficacia. Pero lo que no parece justificable es amparase en la posible conciliación de derechos individuales, que ya fueron previamente conculcados por la propia publicidad, por los modelos impuestos de comportamiento social, para criticar y menoscabar la decisión de impulsar acciones que aunque restrictivas afectan a los jóvenes menores de edad.

"Porque se puede y debe actuar con la intención de comprender que lo opuesto a una masa humana es cualquier red de personas singulares, tejida sobre la sustancia de sus diferencias, y abierta creativamente a flujos aleatorios".
Antonio Escohotado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿De verdad es necesario tanto alcohol?

¿Qué es lo que se intenta ahogar con tanta litrona y tanta borrachera?

¿No sera que simplemente les están haciendo retrasar o posponer o anegar su propio incorformismo y rebeldía?

TRANSIDO dijo...

No es el inconformismo y la rebeldía algo consustancial con la naturaleza jóven. Precisamente el jóven de hoy se caracteriza más por su conformismo. Beber es conformista, ya que lo hacen el 70 % de los jóvenes.

Los jóvenes quieren ser funcionarios, y su pincipal preocupación para cuando acaben sus estudios es económica.

Las causas perdidas no son atractivas para la mayoría de nuestros jóvenes, porque quizás y a fin de cuentas, ellos no son más que otro reflejo del conjunto social, que hoy ya no aspira a nada que tenga que ver con aquellas, ni siquiera para lavarse la cara.